miércoles, 11 de febrero de 2009


La escritura y la lengua demóticas
Entre las escrituras egipcias, como ya indiqué en mi artículo anterior, la más desconocida, quizá, es la escritura demótica. La denominación que utilizamos para referirnos a esta escritura proviene del griego demotikós, “perteneciente al pueblo”, término que fue incorporado por Champollion cuando se enfrentó a la inscripción central de la Piedra de Rosetta. Otra denominación, aplicada a este tipo de escritura por el inglés Thomas Young, rival de Champollion en la carrera por el desciframiento de la escritura jeroglífica, es la de encorial, procedente del griego enjorikós, “nativo”.
Además de ser una fase de la escritura egipcia, la demótica es también la cuarta fase de la lengua egipcia, evolucionada a partir del egipcio tardío o neoegipcio. La primera aparición de esta lengua está atestiguada en torno al año 650 a. C., durante la XXVI dinastía (664-525 a. C.), y pervive hasta el s. V d. C., en que, concretamente en el año 452 d. C., encontramos en el templo de la diosa Isis en Philae el último grafito demótico. La evolución producida en la lengua fue acompañada de cambios en el sistema de escritura, pasándose del mal llamado “hierático anormal”, la escritura cursiva utilizada durante gran parte de la primera mitad del I milenio a. C., a una escritura más cursiva, que al igual que la lengua recibe el nombre de demótica, en la que, a diferencia de lo que ocurre con la hierática, resulta difícil identificar los signos con sus precedentes jeroglíficos, e incluso con los hieráticos.

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